EL HOMBRE NO RECONOCE SU VANIDAD

Reflexión de G.I. Gurdjieff, publicada en "En busca de lo milagroso":

"Para un «hombre-máquina» el mayor insulto es decirle que no puede hacer nada, que no puede llegar a nada, que nunca podrá acercarse a ninguna meta y que al esforzarse hacia una meta, inevitablemente hace aparecer otra. Y en realidad esto no puede ser de otra manera. El «hombre-máquina» está a merced del accidente, del azar. Sus actividades pueden caer por azar en un canal trazado por fuerzas cósmicas o mecánicas y pueden continuar en él, por azar, por algún tiempo, dando la ilusión de que se ha alcanzado cierta meta. Tal correspondencia accidental de resultados y de metas que nos habíamos asignado, en otras palabras, el éxito en ciertas pequeñas cosas, que no pueden tener consecuencia alguna, produce en el hombre mecánico la convicción de que es capaz de alcanzar cualquier meta, que es capaz de conquistar la naturaleza» como lo pretende, que es capaz de «hacer» algo con su vida, etc.

"De hecho, por supuesto es incapaz de hacer nada, porque no tiene ningún control, no sólo sobre las cosas que están fuera de él, sino sobre las que están en él mismo. Esta última idea debe ser claramente comprendida y bien asimilada; al mismo tiempo hay que comprender que el control de las cosas exteriores comienza por el control de lo que está en nosotros, por el control de nosotros mismos. Un hombre que no puede controlarse, es decir que no puede controlar lo que pasa en él, no puede controlar nada."