GRADOS PSÍQUICOS DE LOS HUMANOS; "TERTIUM ORGANUM", P.D. OUSPENSKY

La unidad fundamental de nuestra receptividad es una sensación. Esta sensación es un cambio elemental en el estado de nuestra psique, producida, según nos parece a nosotros, o por un cambio en el estado del mundo externo en relación con nuestra conciencia, o por un cambio en el estado de nuestra psique en relación con el mundo externo. Al sentir la sensación asumimos que aparece como el reflejo de un cambio en el mundo externo.

Los recuerdos acumulados de sensaciones empiezan a reunirse, a ligarse en la conciencia en grupos, y según su semejanza tienden a asociarse, a unirse, o a oponerse; con los recuerdos de las sensaciones, se van formando las percepciones.

Las percepciones son conjuntos, grupos de recuerdos de sensaciones. Durante la formación de las percepciones las sensaciones se polarizan en dos direcciones definidas. La primera dirección en la formación de los grupos de sensaciones obedece el carácter de las sensaciones. La segunda dirección obedece al tiempo de recepción de las sensaciones. Cuando varias sensaciones, constituyendo un solo grupo, y forman una percepción, entran simultáneamente, entonces el recuerdo de este grupo definido de sensaciones se atribuye a una causa común. Esta “causa común” es proyectada al mundo externo como el objeto, y se dice que la percepción refleja las propiedades reales de este objeto. Este recuerdo constituye la percepción.

Los recuerdos de percepciones se combinan en varias formas: uniéndose, contraponiéndose, formando varios grupos, formando conceptos. La formación de las percepciones conduce a la formación de las palabras, y a la aparición del lenguaje.

Los actos reflejos son respuestas por medio de movimientos, reacciones a excitantes exteriores, que se realizan siempre en las mismas formas. Su origen y leyes se encuentran simplemente en la irritabilidad de las células. La irritabilidad de una célula se define como su facultad de reaccionar a un estímulo externo por medio de un movimiento. Cada impresión o irritación experimentada deja una huella en la célula, que hace a esta más receptiva a los nuevo estímulos. La célula responde al estímulo repetido de igual fuerza con un movimiento de mayor fuerza que el primero. Habiendo llegado a un límite la célula experimenta una fatiga, y responde con reacciones cada vez más débiles, como si se acostumbrara a un estímulo. El estímulo se convierte para la célula en parte de un medio ambiente constante, y cesa de reaccionar, porque reacciona sólo a cambios.

En la ley de la irritabilidad observamos el principio de la memoria, la fatiga y el hábito. La célula produce la ilusión, si no de un ser consciente y de razón, sí de un ser que recuerda, de capacidad de habituación y susceptible de fatiga. Y si en esta forma nos engaña una célula, cuánto más no nos engañará la mayor complejidad de la vida animal.

Podría declararse que el instinto es un placer-dolor, [que hace en el animal decantarse por una u otra acción].

Los actos racionales son aquellos en que el sujeto conoce antes de la ejecución de una acción; aquello que tiene nombre y se puede definir y explicar, y que puede decirse su causa y finalidad antes de su ejecución.

Actos automáticos son los actos que han sido racionales para un sujeto, pero que por razón de frecuentes repeticiones se han hecho habituales y son efectuados inconscientemente.

LOS ACTOS REFLEJOS, INSTINTIVOS Y RACIONALES, PUEDEN SER CONSIDERADOS COMO REFLEJOS, COMO NO CREADOS POR EL INDIVIDUO. TANTO ÉSTOS COMO OTROS, Y AUN UNA TERCERA CLASE, PROVIENEN NO DEL HOMBRE, SI NO DEL MUNDO EXTERNO. EL HOMBRE ES LA ESTACIÓN TRANSMISORA O TRANSFORMADORA DE CIERTAS FUERZAS: TODOS SUS ACTOS EN ESTAS TRES CLASES SON CREADOS Y DETERMINADOS POR SUS IMPRESIONES DEL MUNDO EXTERNO. EL HOMBRE EN ESTAS TRES ESPECIES DE ACTOS ES, EN SUBSTANCIA, UN AUTÓMATA, INCONSCIENTE O CONSCIENTE DE SUS ACTOS. NADA PROVIENE DE ÉL. (los actos racionales pueden confundirse con “conscientes”, pero no lo son.)

No deberíamos olvidarnos de la inexpresibilidad. Ella es el signo de la verdad, la señal de la realidad. Aquello que puede expresarse no puede ser verdadero.